Las aráceas son plantas herbáceas con bulbos que presentan unas estructuras florales muy curiosas. Sus flores están agrupadas formando inflorescencias.
Pero sus inflorescencias son especiales, con flores reducidas a la mínima expresión y dispuestas en torno a un eje carnoso llamado espádice. Además, las flores son unisexuales (las hay masculinas y femeninas) y están envueltas por una hoja modificada llamada espata que en algunas especies se confunde con una corola.
La inflorecencia presenta un diseño muy particular destinado a favorecer la polinización.
La espata atrae a los insectos polinizadores y su forma de embudo los obliga a entrar hasta el fondo, que es donde se encuentran las flores y la recompensa: el néctar.
Los insectos polinizadores al penetrar pasan por el conjunto de flores masculinas y continúan hacia el interior hasta llegar a las flores femeninas, alcanzando la base de la inflorescencia y el néctar. Si procedían de otra planta de la misma especie, el polen que traían pegado a sus cuerpos fecunda los óvulos de las flores femeninas.
Flores masculinas (arriba) y femeninas (abajo) al descubierto al quitar la espata |
Al salir, pasarán por las flores masculinas llenándose de polen que transportarán, si hay suerte, a una nueva inflorescencia de biarum.
Flores femeninas y sobre ellas, flores estériles en forma de pelo |
Flores masculinas |
El biarum posee una espata de color granate y despide un olor nada agradable (según nuestro canon de olores): para ciertas moscas esto es auténtica carroña y el olor... sencillamente irresistible.
Con esta estratagema, la planta se asegura de que el polen de una inflorescencia no va a fecundar los óvulos de la misma (fecundación cruzada). Los pequeños polinizadores volverán a ser atraídos por otro aro, entrarán, fecundarán las flores femeninas con el polen que transportan... y el proceso se repetirá.]