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lunes, 25 de junio de 2012

SI NO HAY NADIE, DESCONFÍA

Imagina: vas de compras por una calle llena de comercios y tienes dos tiendas de ropa de la que a ti te gusta. En una de ellas no hay ni un solo cliente; en la otra sí. ¿A cuál de los dos entras?




Ésta es la historia de una humilde planta llamada zanahoria silvestre o Daucus carota. Como casi siempre la versión original de nuestras plantas cultivadas (domesticadas por selección artificial) es muy discreta. En este caso no sólo en su porte (más alta pero menos frondosa) sino que no tiene una raíz engrosada y de estridente color naranja.

Pero el asunto es otro. Nuestra zanahoria, pertene a la familia de las apiaceas, antes llamada umbelíferas, por sus inflorescencias o conjuntos de flores dispuestos en umbelas -todos los pedúnculos de las flores salen de un mismo punto y llegan a la misma altura creando una plataforma aplanada-)



El invento evolutivo de las inflorescencias es el siguiente: Una flor grande se puede ver a distancia, pero es costosa de fabricar. Una flor pequeña es barata pero no atrae. No se pueden hacer muchas flores grandes, pero sí se pueden  hacer muchas flores pequeñas y poniéndolas juntas se ven desde lejos.

Conseguimos matar dos pájaros de un tiro: atraemos insectos desde lejos y logramos una gran variabildad genética con tanta flor (cada una con sus propios granos de polen y óvulos).

Pero ahora viene lo más curioso: observa ese punto negro en el centro de la umbela. No es un insecto libando el néctar pero, ¿no lo parece?
Es una flor, muy diferente a las demás y estéril de color púrpura muy oscuro.
Vuelvo al ejemplo de la tienda desierta y la que tiene clientes. Eres un insecto, ves unas grandes flores a lo lejos y parece que hay otros insectos alimentándose: buena señal, no hay peligro. Adelante, es hora de comer.



¿Seguro que fueron nuestras bisabuelas las que inventaron los posavasos de "croché"?

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